martes, 24 de noviembre de 2015

10 Claves para Sobresalir en el Trabajo

Todo el mundo puede sobresalir en su trabajo: La mediocridad es una decisión de vida y no una condición personal. La excelencia y su consecuencia: el Éxito, son una decisión, también.

Muchas personas se aferran al negativismo. Se aferran a la idea de que el éxito profesional no es para ellos.

No por nada, más del 50% de los trabajadores de muchos países del mundo, según algunas encuestas, se encuentran insatisfechos con su trabajo. 

La mayoría identifica la falta de crecimiento profesional o de oportunidades como su principal fuente de desmotivación (no el dinero, como muchos podrían suponer).

Sin embargo, sí existe una receta casi infalible para tener éxito profesional: Ser un Empleado Sobresaliente (digo: "casi siempre", porque por ahí se pueden dar ciertas circunstancias que impidan al sobresaliente sobresalir)

¿Es obvio, no?

Parece hasta una cargada que lo ponga. Pero es igual que en la Universidad y en los estudios en general. La receta para sacarse buenas notas es estudiar. Casi siempre funciona (de nuevo, casi siempre, porque ocasionalmente falla).

Aprende aquí cómo volverte una persona Orientada a Resultados

Si es tan fácil, ¿por qué tanta gente se siente frustrada?

Bueno, somos seres humanos y por lo tanto, tenemos estados de alta y baja energía. No podemos rendir al máximo siempre y no siempre nos sentimos motivados o encendidos. Es normal.


(¿Sabías que puedes levantar tu autoestima tu solo? Descúbrelo aquí.)

Aún así, cuando estamos en momentos de baja motivación o autoestima, corremos el riesgo de quedarnos atrapados en él. 

Aquí, te doy 10 consejos para escapar SIEMPRE de ese Estado:


  1. Recuerda que sobresalir profesionalmente es una competencia contigo mismo, únicamente. Entonces, si solo compites contra ti mismo, debería ser relativamente quedar en primer puesto, ¿verdad?. Hacer un trabajo extraordinario no implica hacerlo mejor que el resto, significa dar en el clavo respecto de lo que se te pide, en el tiempo que se te lo pide y con el máximo valor que seas capaz de sumarle.
  2. Cuando el trabajo está bien hecho, se nota. Es improbable que un jefe, por más mal intencionado que sea, desprecie a un trabajador que de manera consistente le permite anotar goles y victorias personales. Todos tenemos un jefe y sabemos que nos necesita para hacer bien su propio trabajo. Si eso ocurre, es imposible que no le gustemos. Está en nuestras manos hacer un trabajo bueno, siempre. El beneficio: se va a notar.
  3. La clave para lograr un trabajo bien hecho es entender a la perfección lo que tu jefe o tu cliente necesitan y validar su expectativa. Es importante validar al detalle lo que están esperando. Cuando se los des, no podrán decir que no es lo que pidieron. Si tú dejas aterrizada la expectativa por escrito, cuando llegue el entregable final de tu trabajo, podrás validar con ellos que cumpliste con cada detalle de su exigencia. 
  4. Ya has logrado cosas antes. Muchas veces, caemos en la trampa mental de no sentirnos capaces y olvidamos cuántas cosas hemos logrado. Si estás pasando por una mala racha de autoestima, toma una hoja de papel y anota al menos 7 cosas que hayas logrado anteriormente, desde las más sencillas: Aprender a tocar un instrumento, ingresar a la universidad, graduarte, algún trabajo por el que te felicitaron, tener un hijo, pagarle el colegio a tu hijo...cualquier cosa. Has una lista tan larga como puedas. Luego léela en voz alta y verás de cuántas cosas eres capaz. No importa que sean victorias chiquititas. Una victoria es una victoria.
  5. Eres una persona inteligente. Si respiras un poco y te sientas a pensar en cómo lograrlo, estoy 99.9% seguro de que lo lograrás. Recuerda todo lo que lograste y halla la inspiración en esas victorias. Usa tu cabeza, tus instintos y tu creatividad para pensar en una solución. 
  6. La única razón por la que no podrás lograr sobresalir en tu trabajo o en la vida es porque tu mente te lo diga y tú le creas. Pero te tengo una buena noticia: tú controlas tu mente. Así que, si eres capaz de domar tu propio negativismo y hacer que tu mente te diga "SI" en lugar de "NO", pues habrás avanzado el 50% del camino, ¡por lo menos!
  7. La vida y el éxito son como una maratón. El camino es largo y no se logra nada inmediatamente. Prepárate para un camino arduo que requerirá mucha perseverancia. La fortaleza física será tan importante como la fortaleza mental, pero una vez más, la maratón es contra ti mismo. No hay nadie más en la carrera, por lo tanto, si eres fuerte, si tienes pasión y si crees en ti, lo lograrás.
  8. Existen muchas adversidades que uno no puede controlar a lo largo del camino, pero sí eres capaz de controlar tus actos y tus pensamientos. Ser positivo, mirar hacia adelante y trabajar duro para alcanzar los ideales es el 90% del éxito y todo eso depende de ti. Si ocurre alguna adversidad, tú estás en control para decidir como giras el timón y sales adelante.
  9. Te sugiero empezar por tu dimensión personal o por tu dimensión familiar. Para tener éxito en el trabajo es clave traer la inspiración del éxito personal o familiar. Cosecha pequeñas victorias en el entorno en el que te sientes más cómodo y más seguro. Cuando estés preparado, podrás salir a buscar victorias en aquella dimensión que es un poco más agresiva: la profesional.
  10. Te hago una pregunta: ¿qué es más difícil, hacer las 9 cosas anteriores o seguir viviendo una vida de frustración? Responde esta pregunta y cuando tengas la respuesta, te sugiero volver a leer este listado.
Recuerda, el éxito no es un lugar al que se llega. Ser exitoso en la vida es disfrutar del camino, sentirte pleno e ir logrando cosas grandes o pequeñas. Victorias son victorias.

No vivas tu vida para el resto, sacrificando tu felicidad por otros. 

Sé amo de tu destino y hazte cargo de aquello que está en tus manos.

Te dejo con una última reflexión de regalo, para sumar a las diez anteriores:

"Aleja a los que te dicen que algo no se puede o que no eres capaz. Aléjalos, sean quien sean. Necesitas gente que te sume, nada de abogados del diablo, ni consejeros de realidad. Cuando uno siente que su energía es baja, necesita escuchar cosas positivas y voces de ánimo y de confianza."

Espero que te sirvan estas reflexiones. Yo trato de leer y releer esta lista todo el tiempo, ya que la vida gira y gira sin parar.

Cuídate mucho

sábado, 10 de octubre de 2015

¿Eres un Líder Valiente?

Liderar es un arte aprendido. Se necesitan "dedos para el piano", pero todos podemos transformarnos en líderes, 


Sin embargo, el camino es difícil y un tema clave es la credibilidad

El liderazgo tiene que ver con lo que el grupo piensa de ti, no con el puesto que te da la empresa o tu opinión sobre ti mismo.

¿Y la Valentía?...

La Valentía se refiere usualmente a actos extraordinarios
realizados por personas sobreponiéndose al miedo
A continuación, quiero reproducir un pasaje de la película Corazón Valiente.

Los soldados escoceses se encuentran preparados en el campo de batalla, asustados por la multitud del ejército británico.

Soldado 1: Son muchos. Yo no lucharé para que esos tengan más tierras y ser su esclavo.
Soldado 2: ¡Yo tampoco! No pienso morir por esos tontos. ¡Vámonos!

(La tropa empieza a desertar)

Lochlan: ¡Alto, alto, no huyan! Esperen a que negociemos.

(En ese momento llegan William Wallace y los suyos, con las caras pintadas, según la tradición escocesa)

William: Gracias por venir y presentarse al campo de batalla.
Lochlan: Es nuestro ejército, ríndele pleitesía.
William: Yo rindo pleitesía a Escocia, solamente. Si este es su ejército, ¿por qué huyen?
Soldado 2: No lucharemos por ellos (los nobles).
Soldado 1: ¡Vámonos! Los ingleses son muchos más que nosotros.

WilliamHijos de Escocia, soy William Wallace. Y estoy viendo a un ejército de paisanos míos, aquí reunidos contra la tiranía. Habéis venido a luchar como hombres libres. ¡Y hombres libres sois! ¿Qué haríais sin libertad? ¿Lucharíais?

Multitud: No, no.
Soldado 2: ¿Contra ellos? no. Huiremos y viviremos.

WilliamLuchad y puede que muráis. Huid y viviréis. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy, por una oportunidad, solo una oportunidad de volver aquí a matar a nuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán, ¡¡la libertad!!.

(Todos lo vitorean)

Este es el discurso motivacional de William Wallace a los escoceses contra los británicos en la batalla que lo inmortalizó y permitió la libertad de Escocia, al menos por algún tiempo más.

Se trata del caso clásico de valentía, liderazgo y heroísmo.

Usualmente, cuando hablamos de valentía, pensamos en estas escenas y en estos personajes, que recurren a medidas extraordinarias, en circunstancias extraordinarias, sobreponiéndose al miedo y a cualquier condición adversa.

Pero en el día a día, se requiere de valentía también.
…y no necesariamente estamos luchando por nuestra libertad…

Déjenme contarles dos historias:

Andrés Córdova era el Gerente de Operaciones de una importante empresa manufacturera. Hace poco perdió su empleo.

Muchas personas se preguntaron por qué, si se trataba de una buena persona, educada, respetuosa y con buena preparación académica.
Cuando una empresa contrata a un Gerente, espera que logre resultados a costa de tomar buenas y oportunas decisiones…y Andrés no lo hizo.

Durante los últimos tres meses, acumuló un grupo de indecisiones que terminaron costándole a la empresa mucho dinero, pese a su preparación académica.

Con frecuencia se le escuchaba decir cosas como que “un Gerente debe decidir en incertidumbre y no perder el tiempo haciendo análisis económico todo el rato”, mientras que en otras circunstancias, pese a contar con suficiente información para elegir una alternativa en un proceso de decisiones, no lo hacía, argumentando que la solución no era perfecta y que lo mejor era seguir su instinto y hacer otra cosa…que tampoco hacía.

“Debemos comprar más maquinaria para realizar estos procesos de soporte a la operación principal” – dijo un día. “La inversión es importante, pero tengo claro que mejorará la productividad.”

El equipo encargado de la contratación tenía dudas y le solicitó un análisis económico específico que permitiera dimensionar la “inversión importante”, así como la “mejora en productividad”.

“Eso es perder el tiempo, tengo claro que sucederá. Es simple lógica”, decía él rehusándose a realizar los cálculos para sustentar su decisión.

Luego de varias semanas invertidas en presionarlo para realizar los cálculos, finalmente accedió. Lamentablemente, los números presentados contenían una serie de inconsistencias. Mas bien, la conclusión fue que dicha inversión no tendría efecto o que éste sería muy leve, por lo tanto, no sería rentable.

En el interín, surgieron algunas alternativas mejores. Una de ellas consistía en terciarizar dichos servicios. El análisis económico sugería una rentabilidad relevante para la empresa y el análisis cualitativo proponía ventajas superiores a las desventajas.

El Comité de Gerencia tomó la decisión de seguir este camino y Andrés era el responsable de implementarlo.

Tres meses después, no se había avanzado nada en la decisión.

Lo que ocurría es que, desconociendo el acuerdo de Gerencia, Andrés se dedicó a insistir con su premisa inicial y a manifestar su desacuerdo con la decisión tomada. “Entiendo lo que dicen los números, pero así no es como deben hacerse las cosas. La vida real no está hecha de la rigidez de las matemáticas”, decía.

Luego de varios meses de inacción, finalmente, la decisión fue implementada. Los miembros del Comité de Gerencia quedaron sorprendidos cuando la evaluación posterior mostró números tremendamente deficitarios.

Al pedirle explicaciones a Andrés, este indicó que la decisión no fue suya, que él siempre estuvo en desacuerdo y que él sabía que iba a fracasar.

Cuando el equipo de Contraloría investigó el tema en profundidad, encontró muchas deficiencias en la implementación del proyecto. 

La falta de Liderazgo de Andrés fue muy visible. Eludió siempre su responsabilidad sobre la decisión (pese a haber sido parte del comité que la tomó), se preocupó principalmente en cubrir sus potenciales errores, culpando a otros y evitó apropiar las acciones, por temor a que las medidas fallen y se le culpe de algo.

Lamentablemente, esta manera de actuar empezó a generalizarse en Andrés. La Dirección General de la empresa fue bastante benevolente con él, dándole numerosas oportunidades, pero, a la luz de los resultados y de la cultura que se estaba generando, decidieron prescindir de sus servicios.

En el caso de Andrés, la falta de valentía venía dada por dos razones:

  1. Renuencia a utilizar herramientas de gestión por encima de la intuición, que permitieran reducir la incertidumbre respecto de sus decisiones, además de permitirle sustentarlas mejor.
  2. Actitud negativa, pesimista y falta de convicción al momento de implementar…cuando se decidía a implementar algo, fruto de una ética personal de trabajo que desconocía la responsabilidad y la integridad laboral.

Veamos una historia diferente…

Marcial Pérez era el Jefe General de operaciones de una planta de fabricación.

Tenía una vasta experiencia laboral. Incluso había sido Gerente General de una pequeña industria relacionada.

Si bien, su expediente académico no era muy rico, sus más de 20 años de experiencia avalaron su contratación. El tipo tenía una personalidad muy fuerte y tenía una gran convicción por lograr resultados.

Era muy común escucharlo hablar de liderazgo y de decisiones apelando a la “virilidad” y “masculinidad” necesarias para llevarlas a cabo. Para él, el trabajo en operaciones estaba y el proceso de toma de decisiones estaba directamente correlacionado con los niveles de testosterona en el cuerpo.

Desafortunadamente, cuando la testosterona entra en acción, otros procesos mentales, racionales, se hacen más lentos y el proceso profesional de toma de decisiones en una empresa, depende directamente de la racionalidad de sus directivos.

“Nosotros los que estamos en la cancha, debemos ser “aguerridos”. Este no es un trabajo para aquellos débiles de carácter”, se le escuchaba decir con frecuencia, en alusión al atributo “viril” del personal de operaciones en la planta.

Esta actitud “guerrera” y “valiente”, le hizo tomar una serie de decisiones apresuradas, que no solo le costaron a la empresa varios millones en términos de equipos dañados por mala gestión, sino que, el récord de seguridad de la empresa se deterioró considerablemente durante los escasos 10 meses que Marcial duró en la empresa.

La Alta Dirección hizo importantes esfuerzos por sumarle racionalidad a su convicción, pero no fue posible.

Su naturaleza intuitiva y arriesgada pudo haberle costado la vida a alguna persona.

Entonces, si la valentía está mal cuando no actúas y también está mal cuando actúas, pues entonces este artículo es una gran confusión.

En realidad, no…

La valentía tiene que ver con actuar con convicción ante situaciones de incertidumbre. Sí.

Esa es la vida de los directivos, de las personas que decidieron seguir la carrera empresarial o institucional y, en general, es la vida de todas las personas. Cada día tiene suficiente de incertidumbre como para que nos la pasemos tomando decisiones complejas y desinformadas: compro o no una determinada casa, me cambio o no de trabajo en este momento, en qué colegio pongo a mis hijos, de qué manera los crío y un sinfín de etcéteras.

Lee también: Cómo ser una persona Orientada a Resultados

En todos los casos, se necesita valentía para tomar decisiones. No tomarlas, es peor que tomar malas decisiones. Pero hay que tomar buenas decisiones.

Por suerte, se puede ser valiente, sin ser William Wallace.

Racionalidad + Moralidad + Valentía

La valentía consiste en actuar tras tomar una decisión.

Tomar decisiones de la boca para afuera equivale a no decidir nada en absoluto.

Ese proceso tiene dos elementos.

Racionalidad.
Significa que se debe utilizar la cabeza para tomar una decisión. El proceso de decidir no es algo intuitivo y aleatorio, fruto de la iluminación mágica.

Ante decisiones como la de Andrés Córdova, se debe apelar al análisis económico y de negocios. Se identifica las causas del problema, se genera alternativas, se evalúan (cuantitativa y cualitativamente) y se concluye qué debe hacerse (invertir o no, terciarizar o no, contratar o no). Luego se arma un plan de acción y se implementa.
Perfecto!

Moralidad
El otro elemento clave es la convicción ética del directivo que ha de tomar decisiones. Si el resultado económico y el análisis  técnico concluyen que determinada decisión es rentable o apropiada, el equilibrio vendrá por el análisis ético.

Lo que estoy a punto de ejecutar, ¿es correcto o no?

Para definir si algo es correcto, desde la perspectiva ética, se necesita tener valores.

Por ejemplo, si realizar determinada inversión es tremendamente rentable, pero implica violar la ley, atropellar los derechos de los trabajadores, manipular a la gente o dañar algo, pues la convicción ética te debería decir que no lo hagas. Así, tomar la decisión, no debería ser difícil.

Muchos directivos bancarios no tuvieron este filtro durante la crisis de las hipotecas sub-prime y vean lo que pasó.

Las acciones de Marcial Pérez en nuestra segunda historia no solo carecen de racionalidad (ya que el tipo actúa por algo que él llama "virilidad"), sino que también carecen de ética. En el momento en el que los resultados justifican poner en riesgo la seguridad del resto (el fin justifica los medios), él deja de hacer lo correcto. Alguna persona podría perder la vida, solamente para que este señor logre sus objetivos y gane su bono. Eso está mal, por dónde se le mire.

Conclusión.
¿Qué es la valentía, entonces?

Desde la perspectiva de un directivo o cualquier persona común y corriente, como yo, la valentía consiste en la convicción para tomar una decisión y luego ejecutarla.

Pero la valentía no está ligada a ser “muy macho” o “viril” como en el caso del Señor Marcial.

La valentía está ligada a saber pensar (pensar bien).

Ser racional, ser íntegro y ser valiente. Las tres dimensiones de un Líder.

Lee también aquí sobre algunos "Tipos de Líderes"

Si te preparas bien, si te rodeas bien, hacer el análisis racional debería ser medianamente sencillo y sacarás una conclusión. Luego, sumarás tus convicciones morales, tus valores. 

Si tienes claro lo anterior y haces lo correcto, encontrarás que no requerirás a William Wallace para decidir qué hacer.
















viernes, 30 de enero de 2015

7 Acciones para que tu Jefe te Escuche

A todos nos ha pasado que tenemos sugerencias para mejorar los resultados de la empresa, mejorar el ambiente de trabajo, disminuir los costos, conseguir nuevos clientes o cualquier otra cosa...y nuestro jefe no nos escucha.

Nuestras ideas son buenas y beneficiosas. Además, nuestro jefe se podría beneficiar del resultado exitoso de su implementación, pero aun así...nuestro jefe no nos escucha.

¿Qué es lo que puede estar pasando?

Lamentablemente, este escenario es muy frecuente.
A veces se siente como una gran
victoria que nuestro jefe escuche alguna
de nuestras ideas

Uno de cada 3 empleados (33%) siente que su jefe no los escucha, de acuerdo a un estudio de DDI. Asimismo, la mitad de ellos piensa que podría hacer el trabajo de su jefe, mejor que él.

Por otro lado, hay algo de verdad en esto, ya que solo el 54% de los supervisores involucra verdaderamente a su equipo en el proceso de toma de decisiones.

Pues, entonces, la culpa es de los jefes y son estos los que tienen que cambiar...y más les vale hacerlo. PUNTO.

¿O no?

Algunas ideas erróneas que deben ser re evaluadas

Se necesita a dos para bailar un tango
Si tu jefe no viene a ti por respuestas, pues eres tú quien debe llevárselas a él.

Algunas personas se enfocan en las características de sus jefes para analizar el por qué no son escuchados o tomados en cuenta. 

Es cierto que existe todo tipo de jefes, desde los muy buenos y abiertos con gran sentido de liderazgo, hasta los muy malos.


Independientemente de la calidad de jefes que tengamos, no depende solo de ellos que exista comunicación con nosotros.

Si sentimos que no nos escuchan o no toman en cuenta nuestras capacidades, no se debe solo a ellos. También se debe a nosotros. Si no te escuchan, hazte escuchar. 

Si la montaña no viene a Mahoma, adivina qué hace Mahoma...



Se "espera" de los jefes que tengan la respuesta a todo
Existe en muchas organizaciones la errada concepción de que un Jefe o un Gerente es una suerte de oráculo sabio que tiene la obligación de conocer todas las respuestas.

Esto es falso.

El problema es que muchos jefes lo creen así, en algunos casos por exceso de EGO y en otros por falta de confianza en si mismos, pero la verdad es que no recurren a nadie por respuestas.

Lamentablemente, muchos subordinados tienen la misma concepción errónea y no se acercan proactivamente a proponer ideas a sus jefes...y después se quejan de que no los escuchan.



Mi jefe menosprecia mi trabajo
Esta es una perspectiva errada sobre un hecho diferente. Muchas veces, los jefes tienen un punto de vista más estratégico o genérico de las actividades del área, ya que su marco de responsabilidades es mayor.

Por lo tanto, no están interesados en adentrarse mucho en determinados detalles específicos de alguna función, generando desazón y frustración en el subordinado respectivo.

No debe confundirse necesidad de síntesis, que es lo que busca un jefe, para optimizar su día y poder abarcar más temas, con desinterés por el trabajo.

Cualquier cosa que sea importante, va a ser vista como relevante por el jefe, pero debe ser presentada de la manera correcta y oportuna.



Mi jefe quiere que yo haga su trabajo
Es cierto que existen jefes ociosos que no hacen nada, que todo lo delegan y después están presentes solo para la foto, para llevarse las palmas y cobrar el bono.


Lo bueno es que la mayoría de jefes sí son gente responsable.

Sin embargo, lo que muchos subordinados confunden es que la labor de un jefe es dirigir un área y hacer que un equipo humano produzca algo. 

Para que ello ocurra, debe delegar funciones. La delegación lleva implícita la necesidad por parte de los jefes de que exista cierta autonomía en la toma de decisiones por parte del subordinado.



El gran reto para nosotros radica en saber identificar cuál es el grado de verdad de los anteriores paradigmas. 

¿Es mi jefe un buen delegador o en realidad es un ocioso? 

¿Es mi jefe alguien muy estratégico o en realidad solo quiere aparentar porque está muerto de miedo en su puesto?



La verdad ineludible
El tema central es que, independientemente de cuál sea la realidad de los paradigmas y qué tan bueno o no sea nuestro jefe, existen dos verdades absolutas:


  • Nuestro jefe sigue siendo nuestro jefe y por lo tanto es nuestro principal evaluador y cliente interno.
  • Nosotros solo podemos influir en aquello que nos concierne a nosotros y está en nuestras manos. La educación, intenciones, estilos y decisiones de nuestro jefe no lo están, por lo tanto, esa realidad es un dato con el que tendremos que lidiar.


Las 8 cosas que sí podemos hacer:

"Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser mejores, eres un líder" - Jack Welch

#1 Escucharlo y Entenderlo
Para lograr que nuestro jefe nos escuche, lo primero que tenemos que hacer nosotros es escucharlo a él primero, atentamente, cada vez que lo tengamos al frente.

En las reuniones, nuestro jefe mencionará muchas cosas que son relevantes para él.

Hablará de cuáles son sus principales preocupaciones en este momento. Por ejemplo, si para él es vital saber cómo conseguir financiamiento para un proyecto que le ha pedido el Gerente General, pues esperará que lo ayudemos con eso. 

Si yo llego a él con el plan de gastos para la Fiesta de fin de Año en ese minuto, lo más probable es que ni me reciba.

También hablará de cómo le gusta recibir la información. Nos dará señales sobre qué tan numérico es, cuál es el grado de profundidad de análisis que espera, si valora la forma o solo le interesa el fondo de la información, sin importar que se le entregue en una servilleta de papel.

Finalmente, aunque existen muchas cosas más, durante reuniones informales, en el pasillo o en cualquier momento mencionará sus valores, la puntualidad, al comportamiento y diferentes frentes a los que debemos prestar atención para conectar con él.



#2 Ponte en sus Zapatos
Como decíamos en el punto anterior. Si somos buenos escuchando, podremos entender mejor qué tipo de retos o problemas está enfrentando en ese momento. 

(Aprende cómo ser Proactivo en el Trabajo)

Si conocemos cuáles son sus circunstancias, podremos hacer el ejercicio de entender qué es prioritario y urgente para él en ese minuto y por lo tanto plantearle ideas que le puedan ayudar. 

Asimismo, sabremos qué dilemas enfrenta. Si nos ponemos en sus zapatos y pensamos en "cómo yo resolvería ese problema si fuera él", las probabilidades de éxito son mayores.

Finalmente, al ponerte en sus zapatos, sabrás qué le piden sus propios superiores, por lo tanto, aquello que le plantees le servirá en su rol de subordinado también.

Recuerda que tu jefe también es subordinado de alguien.



#3 Habla su Idioma
Muchos gerentes - la mayoría - son ejecutivos prácticos y bastante numéricos. Les gustan los hechos bien sustentados (con numeritos) y los planes de acción concretos.

En general, les disgusta cuando uno viene con problemas donde ellos. Yo tenía un jefe con quien el diálogo iba así:

- Jefe, tengo un problema - decía el subordinado
- Cuéntame - respondía el jefe
Tras el relato del subordinado el jefe preguntaba:
- ¿Y cómo lo vamos a solucionar?
- No lo sé, jefe - respondía el subordinado - para eso he venido.
- Pues bien - finalizaba el jefe - cuando tengas la solución me buscas. No vengas aquí con problemas, ven con soluciones.

Siempre tienes que pensar que, conforme se sube en la pirámide organizacional, son más temas y más complejos los que debe ir viendo cada persona, por lo tanto, su capacidad de síntesis debe ser muy grande. Más ejecutivo, mejor, pero con buen sustento.

Sin embargo, esto que digo es solo una generalización. Todos los jefes son diferentes y tienen sus gustos y preferencias. Los hay más minuciosos, los hay más numéricos, los hay a quienes les gusta la forma, etcétera. 

Conoce a tu jefe y habla su idioma.



#4 Conoce su Estilo
El significado de "profesionalismo" puede ser muy relativo. Lo que es aceptable para uno, puede no serlo para otro. Dependerá mucho de su estilo personal.

Por ejemplo, existen jefes muy serios y conservadores. Les gusta que el lenguaje de sus reportes también lo sea, que los powerpoints sean muy sobrios y, en genera, que todo sea muy serio.

Por otro lado, existen otras personas más relajadas e informales, quienes pueden aceptar un poco de humor en el trabajo, siempre y cuando las cifras sean serias y que su estilo personal es más abierto.

Ninguno de los dos es mejor que el otro. Simplemente son diferentes y eso se debe entender. 

Si conoces el estilo de tu jefe, lo más probable es que puedas conectar muy bien con él, si es que te sabes adaptar a su necesidad de más o menos seriedad y sobriedad. 



#5 Halla el momento correcto para presentar tus ideas
A estas alturas, es probable que la calidad de lo que le quieres presentar a tu jefe, tenga altas probabilidades de conectar y, por lo tanto, que seas escuchado y reconocido como mereces.


Sin embargo, el manejo de tiempos también es importante.

Dependiendo del tema, la situación, la relación con tu jefe y algunas circunstancias más que deberás analizar, podrás "caer" inesperadamente a su oficina a presentarle tu idea o propuesta o podrás agendar un reunión formal en una fecha y hora específicas.

¿Cuál de las dos es mejor? Depende de varios factores.

Si sientes que no te hacen mucho caso, la reunión formal puede ser muy útil, ya que lograrás maximizar su atención y le dará seriedad al tema, aunque te corres el riesgo que te den la reunión para el 21 de Mayo de Nunca Jamás.



#6 Haz una presentación de lujo
Esto no es otra cosa más que: PREPARACIÓN + CALIDAD.

Si tu jefe te dio el tiempo y el espacio para que presentes tu tema, tienes que aprovechar la oportunidad.

Aquí, todo cuenta. Debes maximizar tu profesionalismo.

Prepara bien no solo tus ideas, sino que anticipa las posibles objeciones, maneja datos y cifras y sobretodo conoce los detalles. Te van a preguntar muchas cosas. Ten claridad sobre tus propias opiniones o lo que tú harías si fueras él, ya que esas son preguntas fijas.

Finalmente, las formas importan. Yo, personalmente, creo que las ideas son los más importante, pero buenas ideas mal presentadas tienen grandes chances de ser rechazadas.

Por eso, un buen Powerpoint o documentos bien hechos, que cuiden la forma, la ortografía, la redacción y la visualización son complementos vitales para conectar con tu jefe.



#7 Deliver (Entrega)
Quise utilizar el concepto "Deliver", ya que es muy potente. Los gringos lo utilizan mucho y la traducción al español (Entrega) es inexacta y no tan potente.

Básicamente, lo que busca un jefe es a un subordinado capaz de "deliver", es decir que, después de hacer tu propuesta y te la compraron, debes entregar con resultados rápido.

Es un reto, pero es tu gran oportunidad de demostrar tu valía.

Después del primer gol, la disposición de tu jefe a escucharte cambiará completamente.

¡Te lo aseguro!