Sin embargo, también es una discusión frecuente al interior de nuestras propias cabezas.
Jefe o Líder
En todas las organizaciones (en la mayoría, al menos) existen estructuras jerárquicas que otorgan más poder a determinadas personas, así como responsabilidades específicas, que implican planear, controlar y dirigir el rumbo que siguen las acciones de esa área u organización.
Es lo que comunmente conocemos como: EL JEFE.
La diferencia entre el Jefe y el Líder es que lo primero te lo dan. Lo segundo te lo ganas. |
Pero, la pregunta es la siguiente: ¿Es un jefe, un líder?
Hace tiempo conocí a un funcionario extranjero, a quien simplemente llamaremos David, para efectos prácticos. Era un hombre de unos 45 años y tenía a su cargo toda la división de finanzas de una corporación. Le fue difícil adaptarse a la cultura latina, no solo por el idioma, sino por nuestra manera de relacionarnos.
Desde el primer día tuvo muchos roces por su estilo tosco y frontal. Levantaba la voz con frecuencia y perdía el control con rapidez y facilidad.
Me tocó conversar con él varias veces y considero que no era una mala persona. De hecho, era padre de familia y tenía aficiones deportivas interesantes. Le gustaba leer y la música. Era alguien bastante entretenido y "buena gente". Pero a la hora de caer un poco de presión en el trabajo, podía transformarse completamente.
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Del mismo modo, al venir de una cultura diferente a la de la mayoría de personas de la empresa, algunas de sus formas chocaban con aquello a lo que el resto estaba acostumbrado. Era desprolijo en su apariencia y, mientras todos iban a trabajar con ropa sport elegante, él podía aparecer con Jeans (mezclillas) y sandalias.
Hasta allí, más allá del choque cultural, no había mucho problema.
Un día, este señor tuvo un altercado con uno de los jefes que le reportaba directamente. Se escucharon gritos destemplados saliendo de su oficina. Luego me enteré, que pelearon porque dicho Jefe, llamado Miguel, había presentado un informe con errores, lo cual había afectado la credibilidad de David ante el Gerente General. Miguel le explicó que se habían tomado las medidas correctivas y que lo había conversado directamente con el Gerente General para ganar tiempo, pero David no le creyó y consideró que lo habían engañado, porque no se respetaron las instancias y las jerarquías.
Adicionalmente, dicho "error" ocasionó que David no consiga sus objetivos del trimestre, perdiendo un porcentaje significativo de su bono.
Al enterarse, llamó a Miguel y le dijo que, como el error era suyo (de Miguel), ahora este último debía pagarle el dinero perdido (lo cual no solo es ilegal, sino absurdo) y que, además, debía pedirle perdón en público, delante de toda el área, por haberle mentido. "Yo soy tu líder y debes respetarme", cuentan que le dijo.
Está de más decir, que Miguel no hizo nada de esto, y que el área de Recursos Humanos intervino inmediatamente para poner las cosas en orden.
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¿Qué conclusión sacamos de esta historia?
Este es un caso - aunque un poco extremo - que se ve constantemente. Existen personas que confunden su puesto con el liderazgo.
David era el Jefe de Miguel, pero este último - y la mayoría de gente en esa área - no le veían como un líder. No confiaban en él, no creían en él y no sentían que tuviera la capacidad de liderarlos. Pero, principalmente, no se sentían respetados por él.
Entonces, no todos los jefes son líderes. Pero esta frase hay que complementarla con otra: no todos los líderes son jefes.
¿Qué significa esto?
Sencillo. El liderazgo está en todos lados. No necesariamente en las jerarquías superiores. El reto es saber identificarlo.
Y tú, ¿eres un líder?
Esta es la pregunta difícil. Todos queremos ser considerados líderes. Uno no puede considerarse líder a sí mismo. El rótulo de líder nos lo tenemos que ganar. Son los demás los que van a definir si somos o no buenos líderes.
La dura verdad es que no todos lo somos.
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Entonces viene la pregunta: ¿Un líder nace o se hace? Los que son buenos líderes y lo saben, en general consideran que así nacieron. "Ser líder está en mi ADN", dicen. Los que no son buenos líderes tienen la esperanza de que lo segundo sea cierto y tengan chances de transformarse en uno. Pero, cuál de los dos tiene razón?
Comencemos con definir qué es un líder:
Dimensiones del Líder
El Liderazgo es un tema extenso y complejo. Se han escrito millones de libros a lo largo de toda la historia sobre este tema.
Esta será la primera de muchas publicaciones al respecto donde iremos profundizando más y más en este apasionante tema.
Para mí todo líder tiene 3 dimensiones:
Dimensión Estratégica: Un líder tiene capacidad de gestión. Es organizado, planifica correctamente, controla el trabajo o las actividades, tiene conocimientos técnicos suficientes (no profundos) sobre las materias que caen bajo su responsabilidad, etc. En buena cuenta la primera dimensión clave de un líder es su capacidad por lograr RESULTADOS. Una persona que no logra resultados, tal vez sea muy buena gente, tenga grandes habilidades sociales, sea entretenido, pero no es un líder.
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Dimensión Ejecutiva: Un buen líder tiene capacidad de organizar a las personas y mantenerlas motivadas. Es un buen generador de clima laboral. Cuando la gente se siente atraída por su trabajo es, generalmente, consecuencia de las habilidades ejecutivas de un buen líder. Cuando este hace bien su trabajo, en el área se observan buenos niveles de comunicación, se generan ideas abiertamente, se innova, los procesos se hacen más eficientes. Principalmente, la gente valora esta dimensión cuando te dice cosas como: "lo bueno de trabajar con "X" es que uno aprende muchísimo. Desde que estoy aquí he aprendido sin parar sobre mi trabajo." Entonces, la segunda dimensión clave de un líder es su capacidad de generar ATRACTIVIDAD en el centro de trabajo.
El problema que surge aquí es que, usualmente, la ATRACTIVIDAD y los RESULTADOS están contrapuestos. Es decir, cuando uno presiona mucho por maximizar los resultados, sacrifica la atractividad. Es más rápido que el jefe decida la acción, que buscar consensos y generar ideas de otros - que es lo que harían para ganar en atractividad.
Por otro lado, ante un problema, si el Jefe decide que su equipo aprenda y vaya poco a poco descubriendo la solución, el problema podría agravarse y el resultado perderse por completo. Ganaría en atractividad, pero perdería en Estrategia.
Entonces, cómo hacemos para levantar las dos al mismo tiempo?
Es aquí donde surge la tercera dimensión. La más importante de todas, ya que es la que define al verdadero líder y lo separa del jefe resultadista y del jefe "buena onda". Además logra que la Dimensión Estratégica y la Dimensión Ejecutiva crezcan en simultáneo y se maximicen.
Dimensión Liderazgo: Un líder propiamente tal es el que es capaz de generar Unidad en su grupo. Esto lo hace, principalmente porque se convierte en un ejemplo moral a seguir. Es una persona correcta, que vive implacablemente los principios éticos fundamentales. Respeta la ley, respeta a la gente y tiene una genuina vocación por el bienestar del resto. Las personas que son así, anteponen lo correcto por sobre lo conveniente, por lo que consiguen sostenibilidad en el tiempo y son claves en las estrategias de Largo Plazo de las compañías. Este es el verdadero líder.
Entonces, tengo que ser "super buenito" para ser líder?
No. El verdadero LIDER es el que posee muy desarrolladas las 3 Dimensiones a la vez.
Una persona con la tercera dimensión muy desarrollada, pero que no consigue resultados, no le sirve a las organizaciones. Se dice que es alguien que es competente moral, pero esta competencia es insuficiente, pues también se requiere gente que sea competente técnicamente.
Lee aquí mi post sobre Los 4 Tipos de Líderes Negativos para profundizar más sobre este tema.
Pero no se ha respondido la pregunta: ¿EL LÍDER NACE O SE HACE?
La buena noticia es que el Líder Se Hace.
Es decir, todos tienen la posibilidad de transformarse en verdaderos líderes, de acuerdo a las dimensiones descritas.
Lo más importante es que la Dimensión Liderazgo sea desarrollada. Llevar una vida correcta, de valores, donde se respete al resto y donde se tenga genuino interés por ayudar a los demás (en especial a los subordinados) a desarrollarse y mejorar, puede ser alcanzado por cualquier persona que se lo proponga.
Todos tenemos la posibilidad de ser mejores de lo que somos ahora. Si hoy vivo mi vida de una manera equivocada, pero lo reflexiono y soy capaz de cambiar y mejorar, puedo transformarme en un mejor líder cada día.
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Ojo: Nada es gratis. Todo cuesta. Y cuesta mucho. Especialmente tiempo y dedicación.
Un líder es alguien que es competente técnico y moral. Para lo primero hay que estudiar y trabajar muy duro. Para lo segundo hay que esforzarse continuamente y desarrollar la inteligencia emocional y los principios de empatía y ética.
Nota: Los puntos de vista anteriores están basados en los escritos de Juan Antonio Pérez López.
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Un abrazo
Esteban
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