sábado, 10 de octubre de 2015

¿Eres un Líder Valiente?

Liderar es un arte aprendido. Se necesitan "dedos para el piano", pero todos podemos transformarnos en líderes, 


Sin embargo, el camino es difícil y un tema clave es la credibilidad

El liderazgo tiene que ver con lo que el grupo piensa de ti, no con el puesto que te da la empresa o tu opinión sobre ti mismo.

¿Y la Valentía?...

La Valentía se refiere usualmente a actos extraordinarios
realizados por personas sobreponiéndose al miedo
A continuación, quiero reproducir un pasaje de la película Corazón Valiente.

Los soldados escoceses se encuentran preparados en el campo de batalla, asustados por la multitud del ejército británico.

Soldado 1: Son muchos. Yo no lucharé para que esos tengan más tierras y ser su esclavo.
Soldado 2: ¡Yo tampoco! No pienso morir por esos tontos. ¡Vámonos!

(La tropa empieza a desertar)

Lochlan: ¡Alto, alto, no huyan! Esperen a que negociemos.

(En ese momento llegan William Wallace y los suyos, con las caras pintadas, según la tradición escocesa)

William: Gracias por venir y presentarse al campo de batalla.
Lochlan: Es nuestro ejército, ríndele pleitesía.
William: Yo rindo pleitesía a Escocia, solamente. Si este es su ejército, ¿por qué huyen?
Soldado 2: No lucharemos por ellos (los nobles).
Soldado 1: ¡Vámonos! Los ingleses son muchos más que nosotros.

WilliamHijos de Escocia, soy William Wallace. Y estoy viendo a un ejército de paisanos míos, aquí reunidos contra la tiranía. Habéis venido a luchar como hombres libres. ¡Y hombres libres sois! ¿Qué haríais sin libertad? ¿Lucharíais?

Multitud: No, no.
Soldado 2: ¿Contra ellos? no. Huiremos y viviremos.

WilliamLuchad y puede que muráis. Huid y viviréis. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días desde hoy, por una oportunidad, solo una oportunidad de volver aquí a matar a nuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán, ¡¡la libertad!!.

(Todos lo vitorean)

Este es el discurso motivacional de William Wallace a los escoceses contra los británicos en la batalla que lo inmortalizó y permitió la libertad de Escocia, al menos por algún tiempo más.

Se trata del caso clásico de valentía, liderazgo y heroísmo.

Usualmente, cuando hablamos de valentía, pensamos en estas escenas y en estos personajes, que recurren a medidas extraordinarias, en circunstancias extraordinarias, sobreponiéndose al miedo y a cualquier condición adversa.

Pero en el día a día, se requiere de valentía también.
…y no necesariamente estamos luchando por nuestra libertad…

Déjenme contarles dos historias:

Andrés Córdova era el Gerente de Operaciones de una importante empresa manufacturera. Hace poco perdió su empleo.

Muchas personas se preguntaron por qué, si se trataba de una buena persona, educada, respetuosa y con buena preparación académica.
Cuando una empresa contrata a un Gerente, espera que logre resultados a costa de tomar buenas y oportunas decisiones…y Andrés no lo hizo.

Durante los últimos tres meses, acumuló un grupo de indecisiones que terminaron costándole a la empresa mucho dinero, pese a su preparación académica.

Con frecuencia se le escuchaba decir cosas como que “un Gerente debe decidir en incertidumbre y no perder el tiempo haciendo análisis económico todo el rato”, mientras que en otras circunstancias, pese a contar con suficiente información para elegir una alternativa en un proceso de decisiones, no lo hacía, argumentando que la solución no era perfecta y que lo mejor era seguir su instinto y hacer otra cosa…que tampoco hacía.

“Debemos comprar más maquinaria para realizar estos procesos de soporte a la operación principal” – dijo un día. “La inversión es importante, pero tengo claro que mejorará la productividad.”

El equipo encargado de la contratación tenía dudas y le solicitó un análisis económico específico que permitiera dimensionar la “inversión importante”, así como la “mejora en productividad”.

“Eso es perder el tiempo, tengo claro que sucederá. Es simple lógica”, decía él rehusándose a realizar los cálculos para sustentar su decisión.

Luego de varias semanas invertidas en presionarlo para realizar los cálculos, finalmente accedió. Lamentablemente, los números presentados contenían una serie de inconsistencias. Mas bien, la conclusión fue que dicha inversión no tendría efecto o que éste sería muy leve, por lo tanto, no sería rentable.

En el interín, surgieron algunas alternativas mejores. Una de ellas consistía en terciarizar dichos servicios. El análisis económico sugería una rentabilidad relevante para la empresa y el análisis cualitativo proponía ventajas superiores a las desventajas.

El Comité de Gerencia tomó la decisión de seguir este camino y Andrés era el responsable de implementarlo.

Tres meses después, no se había avanzado nada en la decisión.

Lo que ocurría es que, desconociendo el acuerdo de Gerencia, Andrés se dedicó a insistir con su premisa inicial y a manifestar su desacuerdo con la decisión tomada. “Entiendo lo que dicen los números, pero así no es como deben hacerse las cosas. La vida real no está hecha de la rigidez de las matemáticas”, decía.

Luego de varios meses de inacción, finalmente, la decisión fue implementada. Los miembros del Comité de Gerencia quedaron sorprendidos cuando la evaluación posterior mostró números tremendamente deficitarios.

Al pedirle explicaciones a Andrés, este indicó que la decisión no fue suya, que él siempre estuvo en desacuerdo y que él sabía que iba a fracasar.

Cuando el equipo de Contraloría investigó el tema en profundidad, encontró muchas deficiencias en la implementación del proyecto. 

La falta de Liderazgo de Andrés fue muy visible. Eludió siempre su responsabilidad sobre la decisión (pese a haber sido parte del comité que la tomó), se preocupó principalmente en cubrir sus potenciales errores, culpando a otros y evitó apropiar las acciones, por temor a que las medidas fallen y se le culpe de algo.

Lamentablemente, esta manera de actuar empezó a generalizarse en Andrés. La Dirección General de la empresa fue bastante benevolente con él, dándole numerosas oportunidades, pero, a la luz de los resultados y de la cultura que se estaba generando, decidieron prescindir de sus servicios.

En el caso de Andrés, la falta de valentía venía dada por dos razones:

  1. Renuencia a utilizar herramientas de gestión por encima de la intuición, que permitieran reducir la incertidumbre respecto de sus decisiones, además de permitirle sustentarlas mejor.
  2. Actitud negativa, pesimista y falta de convicción al momento de implementar…cuando se decidía a implementar algo, fruto de una ética personal de trabajo que desconocía la responsabilidad y la integridad laboral.

Veamos una historia diferente…

Marcial Pérez era el Jefe General de operaciones de una planta de fabricación.

Tenía una vasta experiencia laboral. Incluso había sido Gerente General de una pequeña industria relacionada.

Si bien, su expediente académico no era muy rico, sus más de 20 años de experiencia avalaron su contratación. El tipo tenía una personalidad muy fuerte y tenía una gran convicción por lograr resultados.

Era muy común escucharlo hablar de liderazgo y de decisiones apelando a la “virilidad” y “masculinidad” necesarias para llevarlas a cabo. Para él, el trabajo en operaciones estaba y el proceso de toma de decisiones estaba directamente correlacionado con los niveles de testosterona en el cuerpo.

Desafortunadamente, cuando la testosterona entra en acción, otros procesos mentales, racionales, se hacen más lentos y el proceso profesional de toma de decisiones en una empresa, depende directamente de la racionalidad de sus directivos.

“Nosotros los que estamos en la cancha, debemos ser “aguerridos”. Este no es un trabajo para aquellos débiles de carácter”, se le escuchaba decir con frecuencia, en alusión al atributo “viril” del personal de operaciones en la planta.

Esta actitud “guerrera” y “valiente”, le hizo tomar una serie de decisiones apresuradas, que no solo le costaron a la empresa varios millones en términos de equipos dañados por mala gestión, sino que, el récord de seguridad de la empresa se deterioró considerablemente durante los escasos 10 meses que Marcial duró en la empresa.

La Alta Dirección hizo importantes esfuerzos por sumarle racionalidad a su convicción, pero no fue posible.

Su naturaleza intuitiva y arriesgada pudo haberle costado la vida a alguna persona.

Entonces, si la valentía está mal cuando no actúas y también está mal cuando actúas, pues entonces este artículo es una gran confusión.

En realidad, no…

La valentía tiene que ver con actuar con convicción ante situaciones de incertidumbre. Sí.

Esa es la vida de los directivos, de las personas que decidieron seguir la carrera empresarial o institucional y, en general, es la vida de todas las personas. Cada día tiene suficiente de incertidumbre como para que nos la pasemos tomando decisiones complejas y desinformadas: compro o no una determinada casa, me cambio o no de trabajo en este momento, en qué colegio pongo a mis hijos, de qué manera los crío y un sinfín de etcéteras.

Lee también: Cómo ser una persona Orientada a Resultados

En todos los casos, se necesita valentía para tomar decisiones. No tomarlas, es peor que tomar malas decisiones. Pero hay que tomar buenas decisiones.

Por suerte, se puede ser valiente, sin ser William Wallace.

Racionalidad + Moralidad + Valentía

La valentía consiste en actuar tras tomar una decisión.

Tomar decisiones de la boca para afuera equivale a no decidir nada en absoluto.

Ese proceso tiene dos elementos.

Racionalidad.
Significa que se debe utilizar la cabeza para tomar una decisión. El proceso de decidir no es algo intuitivo y aleatorio, fruto de la iluminación mágica.

Ante decisiones como la de Andrés Córdova, se debe apelar al análisis económico y de negocios. Se identifica las causas del problema, se genera alternativas, se evalúan (cuantitativa y cualitativamente) y se concluye qué debe hacerse (invertir o no, terciarizar o no, contratar o no). Luego se arma un plan de acción y se implementa.
Perfecto!

Moralidad
El otro elemento clave es la convicción ética del directivo que ha de tomar decisiones. Si el resultado económico y el análisis  técnico concluyen que determinada decisión es rentable o apropiada, el equilibrio vendrá por el análisis ético.

Lo que estoy a punto de ejecutar, ¿es correcto o no?

Para definir si algo es correcto, desde la perspectiva ética, se necesita tener valores.

Por ejemplo, si realizar determinada inversión es tremendamente rentable, pero implica violar la ley, atropellar los derechos de los trabajadores, manipular a la gente o dañar algo, pues la convicción ética te debería decir que no lo hagas. Así, tomar la decisión, no debería ser difícil.

Muchos directivos bancarios no tuvieron este filtro durante la crisis de las hipotecas sub-prime y vean lo que pasó.

Las acciones de Marcial Pérez en nuestra segunda historia no solo carecen de racionalidad (ya que el tipo actúa por algo que él llama "virilidad"), sino que también carecen de ética. En el momento en el que los resultados justifican poner en riesgo la seguridad del resto (el fin justifica los medios), él deja de hacer lo correcto. Alguna persona podría perder la vida, solamente para que este señor logre sus objetivos y gane su bono. Eso está mal, por dónde se le mire.

Conclusión.
¿Qué es la valentía, entonces?

Desde la perspectiva de un directivo o cualquier persona común y corriente, como yo, la valentía consiste en la convicción para tomar una decisión y luego ejecutarla.

Pero la valentía no está ligada a ser “muy macho” o “viril” como en el caso del Señor Marcial.

La valentía está ligada a saber pensar (pensar bien).

Ser racional, ser íntegro y ser valiente. Las tres dimensiones de un Líder.

Lee también aquí sobre algunos "Tipos de Líderes"

Si te preparas bien, si te rodeas bien, hacer el análisis racional debería ser medianamente sencillo y sacarás una conclusión. Luego, sumarás tus convicciones morales, tus valores. 

Si tienes claro lo anterior y haces lo correcto, encontrarás que no requerirás a William Wallace para decidir qué hacer.