Liderar
es un arte aprendido. Se necesitan "dedos para el piano", pero todos podemos transformarnos en líderes,
Puedes leer más en "Los Líderes, ¿nacen o se hacen?".
Sin
embargo, el camino es difícil y un tema clave es la credibilidad.
El
liderazgo tiene que ver con lo que el grupo piensa de ti, no con el puesto
que te da la empresa o tu opinión sobre ti mismo.
¿Y la Valentía?...
La Valentía se refiere usualmente a actos extraordinarios realizados por personas sobreponiéndose al miedo |
Los soldados escoceses se encuentran preparados en el campo de batalla,
asustados por la multitud del ejército británico.
Soldado 1: Son muchos. Yo no lucharé para que esos tengan más tierras y
ser su esclavo.
Soldado 2: ¡Yo tampoco! No pienso morir por esos tontos. ¡Vámonos!
Soldado 2: ¡Yo tampoco! No pienso morir por esos tontos. ¡Vámonos!
(La tropa empieza a desertar)
Lochlan: ¡Alto, alto, no huyan! Esperen a que negociemos.
(En ese momento llegan William Wallace y los suyos, con las caras pintadas, según la tradición escocesa)
William: Gracias por venir y presentarse al campo de batalla.
Lochlan: Es nuestro ejército, ríndele pleitesía.
William: Yo rindo pleitesía a Escocia, solamente. Si este es su ejército, ¿por qué huyen?
Soldado 2: No lucharemos por ellos (los nobles).
Soldado 1: ¡Vámonos! Los ingleses son muchos más que nosotros.
Lochlan: Es nuestro ejército, ríndele pleitesía.
William: Yo rindo pleitesía a Escocia, solamente. Si este es su ejército, ¿por qué huyen?
Soldado 2: No lucharemos por ellos (los nobles).
Soldado 1: ¡Vámonos! Los ingleses son muchos más que nosotros.
William: Hijos de
Escocia, soy William Wallace. Y estoy viendo a un ejército de paisanos
míos, aquí reunidos contra la tiranía. Habéis venido a luchar como hombres
libres. ¡Y hombres libres sois! ¿Qué haríais sin libertad? ¿Lucharíais?
Multitud: No, no.
Soldado 2: ¿Contra ellos? no. Huiremos y viviremos.
Soldado 2: ¿Contra ellos? no. Huiremos y viviremos.
William: Luchad y
puede que muráis. Huid y viviréis. Un tiempo al menos. Y al morir en vuestro
lecho, dentro de muchos años, ¿no estaréis dispuestos a cambiar todos los días
desde hoy, por una oportunidad, solo una oportunidad de volver aquí a matar a
nuestros enemigos? Puede que nos quiten la vida, pero jamás nos quitarán, ¡¡la
libertad!!.
(Todos lo vitorean)
Este es el
discurso motivacional de William Wallace a los escoceses contra los británicos en la batalla que lo inmortalizó y permitió la libertad de Escocia, al menos por algún tiempo más.
Se trata
del caso clásico de valentía, liderazgo y heroísmo.
Usualmente,
cuando hablamos de valentía, pensamos en estas escenas y en estos personajes,
que recurren a medidas extraordinarias, en circunstancias extraordinarias,
sobreponiéndose al miedo y a cualquier condición adversa.
Pero en el día a día, se requiere de valentía también.
…y no
necesariamente estamos luchando por nuestra libertad…
Déjenme
contarles dos historias:
Andrés
Córdova era el Gerente de Operaciones de una importante empresa manufacturera.
Hace poco perdió su empleo.
Muchas
personas se preguntaron por qué, si se trataba de una buena persona, educada,
respetuosa y con buena preparación académica.
Cuando una
empresa contrata a un Gerente, espera que logre resultados a costa de tomar
buenas y oportunas decisiones…y Andrés no lo hizo.
Durante los
últimos tres meses, acumuló un grupo de indecisiones que terminaron costándole
a la empresa mucho dinero, pese a su preparación académica.
Con
frecuencia se le escuchaba decir cosas como que “un Gerente debe decidir en
incertidumbre y no perder el tiempo haciendo análisis económico todo el rato”,
mientras que en otras circunstancias, pese a contar con suficiente información
para elegir una alternativa en un proceso de decisiones, no lo hacía,
argumentando que la solución no era perfecta y que lo mejor era seguir su
instinto y hacer otra cosa…que tampoco hacía.
“Debemos
comprar más maquinaria para realizar estos procesos de soporte a la operación
principal” – dijo un día. “La inversión es importante, pero tengo claro que
mejorará la productividad.”
El equipo
encargado de la contratación tenía dudas y le solicitó un análisis económico
específico que permitiera dimensionar la “inversión importante”, así como la
“mejora en productividad”.
“Eso es
perder el tiempo, tengo claro que sucederá. Es simple lógica”, decía él
rehusándose a realizar los cálculos para sustentar su decisión.
Luego de
varias semanas invertidas en presionarlo para realizar los cálculos, finalmente
accedió. Lamentablemente, los números presentados contenían una serie de
inconsistencias. Mas bien, la conclusión fue que dicha inversión no tendría
efecto o que éste sería muy leve, por lo tanto, no sería rentable.
En el
interín, surgieron algunas alternativas mejores. Una de ellas consistía en
terciarizar dichos servicios. El análisis económico sugería una rentabilidad
relevante para la empresa y el análisis cualitativo proponía ventajas
superiores a las desventajas.
El Comité
de Gerencia tomó la decisión de seguir este camino y Andrés era el responsable
de implementarlo.
Tres meses
después, no se había avanzado nada en la decisión.
Lo que
ocurría es que, desconociendo el acuerdo de Gerencia, Andrés se dedicó a
insistir con su premisa inicial y a manifestar su desacuerdo con la decisión
tomada. “Entiendo lo que dicen los números, pero así no es como deben hacerse
las cosas. La vida real no está hecha de la rigidez de las matemáticas”, decía.
Luego de
varios meses de inacción, finalmente, la decisión fue implementada. Los
miembros del Comité de Gerencia quedaron sorprendidos cuando la evaluación
posterior mostró números tremendamente deficitarios.
Al pedirle
explicaciones a Andrés, este indicó que la decisión no fue suya, que él siempre
estuvo en desacuerdo y que él sabía que iba a fracasar.
Cuando el
equipo de Contraloría investigó el tema en profundidad, encontró muchas
deficiencias en la implementación del proyecto.
La falta de Liderazgo de Andrés fue muy visible. Eludió siempre su responsabilidad sobre la decisión (pese a haber sido parte del comité que la tomó), se preocupó principalmente en cubrir sus potenciales errores, culpando a otros y evitó apropiar las acciones, por temor a que las medidas fallen y se le culpe de algo.
La falta de Liderazgo de Andrés fue muy visible. Eludió siempre su responsabilidad sobre la decisión (pese a haber sido parte del comité que la tomó), se preocupó principalmente en cubrir sus potenciales errores, culpando a otros y evitó apropiar las acciones, por temor a que las medidas fallen y se le culpe de algo.
Lamentablemente, esta manera de actuar empezó a generalizarse en Andrés. La Dirección General de la empresa fue bastante benevolente con él, dándole numerosas oportunidades, pero, a la luz de los resultados y de la cultura que se estaba generando, decidieron prescindir de sus servicios.
En el caso
de Andrés, la falta de valentía venía dada por dos razones:
- Renuencia a utilizar herramientas de gestión por encima de la intuición, que permitieran reducir la incertidumbre respecto de sus decisiones, además de permitirle sustentarlas mejor.
- Actitud negativa, pesimista y falta de convicción al momento de implementar…cuando se decidía a implementar algo, fruto de una ética personal de trabajo que desconocía la responsabilidad y la integridad laboral.
Veamos una historia diferente…
Marcial
Pérez era el Jefe General de operaciones de una planta de fabricación.
Tenía una
vasta experiencia laboral. Incluso había sido Gerente General de una pequeña
industria relacionada.
Si bien, su
expediente académico no era muy rico, sus más de 20 años de experiencia
avalaron su contratación. El tipo tenía una personalidad muy fuerte y tenía una
gran convicción por lograr resultados.
Era muy
común escucharlo hablar de liderazgo y de decisiones apelando a la “virilidad”
y “masculinidad” necesarias para llevarlas a cabo. Para él, el trabajo en
operaciones estaba y el proceso de toma de decisiones estaba directamente
correlacionado con los niveles de testosterona en el cuerpo.
Desafortunadamente,
cuando la testosterona entra en acción, otros procesos mentales, racionales, se
hacen más lentos y el proceso profesional de toma de decisiones en una empresa,
depende directamente de la racionalidad de sus directivos.
“Nosotros
los que estamos en la cancha, debemos ser “aguerridos”. Este no es un trabajo
para aquellos débiles de carácter”, se le escuchaba decir con frecuencia, en
alusión al atributo “viril” del personal de operaciones en la planta.
Esta
actitud “guerrera” y “valiente”, le hizo tomar una serie de decisiones
apresuradas, que no solo le costaron a la empresa varios millones en términos
de equipos dañados por mala gestión, sino que, el récord de seguridad de la
empresa se deterioró considerablemente durante los escasos 10 meses que Marcial
duró en la empresa.
La Alta
Dirección hizo importantes esfuerzos por sumarle racionalidad a su convicción,
pero no fue posible.
Su naturaleza intuitiva y arriesgada pudo haberle costado la vida a alguna persona.
Entonces,
si la valentía está mal cuando no actúas y también está mal cuando actúas, pues
entonces este artículo es una gran confusión.
En
realidad, no…
La valentía
tiene que ver con actuar con convicción ante situaciones de incertidumbre. Sí.
Esa es la
vida de los directivos, de las personas que decidieron seguir la carrera
empresarial o institucional y, en general, es la vida de todas las personas.
Cada día tiene suficiente de incertidumbre como para que nos
la pasemos tomando decisiones complejas y desinformadas: compro o no una
determinada casa, me cambio o no de trabajo en este momento, en qué colegio
pongo a mis hijos, de qué manera los crío y un sinfín de etcéteras.
Lee también: Cómo ser una persona Orientada a Resultados
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En todos
los casos, se necesita valentía para tomar decisiones. No tomarlas, es peor que
tomar malas decisiones. Pero hay que tomar buenas decisiones.
Por suerte,
se puede ser valiente, sin ser William Wallace.
Racionalidad
+ Moralidad + Valentía
La valentía consiste en actuar tras tomar una decisión.
Tomar decisiones de la boca para afuera equivale a no decidir nada en absoluto.
Ese proceso tiene dos elementos.
Racionalidad.
Significa
que se debe utilizar la cabeza para tomar una decisión. El proceso de decidir
no es algo intuitivo y aleatorio, fruto de la iluminación mágica.
Ante decisiones
como la de Andrés Córdova, se debe apelar al análisis económico y de negocios.
Se identifica las causas del problema, se genera alternativas, se evalúan
(cuantitativa y cualitativamente) y se concluye qué debe hacerse (invertir o
no, terciarizar o no, contratar o no). Luego se arma un plan de acción y se
implementa.
Perfecto!
Moralidad
El otro
elemento clave es la convicción ética del directivo que ha de tomar decisiones.
Si el resultado económico y el análisis
técnico concluyen que determinada decisión es rentable o apropiada, el
equilibrio vendrá por el análisis ético.
Lo que
estoy a punto de ejecutar, ¿es correcto o no?
Para
definir si algo es correcto, desde la perspectiva ética, se necesita tener
valores.
Por
ejemplo, si realizar determinada inversión es tremendamente rentable, pero
implica violar la ley, atropellar los derechos de los trabajadores, manipular a
la gente o dañar algo, pues la convicción ética te debería decir que no lo
hagas. Así, tomar la decisión, no debería ser difícil.
Muchos
directivos bancarios no tuvieron este filtro durante la crisis de las hipotecas
sub-prime y vean lo que pasó.
Las acciones de Marcial Pérez en nuestra segunda historia no solo carecen de racionalidad (ya que el tipo actúa por algo que él llama "virilidad"), sino que también carecen de ética. En el momento en el que los resultados justifican poner en riesgo la seguridad del resto (el fin justifica los medios), él deja de hacer lo correcto. Alguna persona podría perder la vida, solamente para que este señor logre sus objetivos y gane su bono. Eso está mal, por dónde se le mire.
Conclusión.
¿Qué es la
valentía, entonces?
Desde la
perspectiva de un directivo o cualquier persona común y corriente, como yo, la
valentía consiste en la convicción para tomar una decisión y luego ejecutarla.
Pero la
valentía no está ligada a ser “muy macho” o “viril” como en el caso del Señor
Marcial.
La valentía
está ligada a saber pensar (pensar bien).
Ser racional,
ser íntegro y ser valiente. Las tres dimensiones de un Líder.
Lee también aquí sobre algunos "Tipos de Líderes"
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Si te
preparas bien, si te rodeas bien, hacer el análisis racional debería ser
medianamente sencillo y sacarás una conclusión. Luego, sumarás tus
convicciones morales, tus valores.
Si tienes claro lo anterior y haces lo correcto, encontrarás que no requerirás a William Wallace para decidir qué hacer.
Si tienes claro lo anterior y haces lo correcto, encontrarás que no requerirás a William Wallace para decidir qué hacer.